E.D Hirsch, Jr. nació y se crió en Memphis, Tennessee. Asistió a una escuela pública tradicional y más tarde a la Todd School for Boys en Woodstock, Illinois, una escuela progresista con una metodología basada en proyectos, que daba a los estudiantes una considerable libertad en la elección de lo que deseaban aprender. Despues, estudió Química en la Universidad de Cornell, pero se cambió al estudio de la lengua inglesa.
Se tituló en la Universidad de Cornell (1950), y posteriormente en la Universidad de Yale (1957), donde fue miembro honorario de la Sociedad del Manuscrito. Ha trabajado como profesor universitario en la Universidad de Yale y, posteriormente, en la de Virginia, donde llegó a ser jefe de departamento y jefe del programa de composición.
Su nombre pasó a estar en los focos de atención de la prensa y la opinión pública norteamericana a raíz de la publicación Cultural Literacy: What Every American Needs To Know (1987), donde realizó una seria advertencia sobre los resultados de la educación norteamericana y propuso recomendaciones para su mejora. El libro fue un éxito editorial y estuvo en el número dos de las listas de no ficción del New York Times, justo detrás del libro de Allan Bloom ‘s, El cierre de la mente moderna, (1987), con el que ha sido frecuentemente comparado.
Hirsch creó en 1986, junto a un grupo de colegas, la Core Knowledge Foundation para trabajar en la mejora de las escuelas americanas mediante el fortalecimiento del programa de estudios de la educación elemental. Así ha nacido una red de escuelas comprometidas a seguir el currículo rico en contenidos, Core Knowledge, que se extiende a lo largo de los Estados Unidos en cientos de escuelas.
En 1996, Hirsch publicaba La Escuela que necesitamos. En ella, Hirsch decía que las teorías educativas del anti-conocimiento, muy usadas en los Estados Unidos, son la causa del rendimiento educativo mediocre de los Estados Unidos. Hirsch se atreve a meter el bisturí en todos y cada uno de los lugares comunes que las ideologías educativas modernas han convertido en indiscutibles y propone una estrategia educativa que prioriza los contenidos y deja en un segundo término el pensamiento crítico.
Hirsch diferencia entre una educación centrada en el conocimiento o una educación centrada en el aprendizaje y explica porque medidas llenas de sensatez, sencillas y aparentemente aplicables, son difíciles de implantar, mientras que otras reformas, aunque totalmente peregrinas e insustanciales, son aplaudidas por una gran parte de educadores y expertos pedagogos.
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