En la actualidad, Howard Gardner profesor de la Universidad de Harvard que formuló y desarrolló la teoría de las inteligencias múltiples, ha generado el proyecto denominado Good Work Project (Buen trabajo o el trabajo bien hecho).
Esta idea del trabajo bien hecho ya fue formulada en su día por el Prof. Víctor García Hoz que lo llamo la Exigencia de la Obra Bien Hecha y que explicó en su libro titulado Educación Personalizada.
En los últimos años, algunos profesores de la Universidad de Harvard están teniendo un gran impacto en el mundo educativo con ideas que son de siempre – p.e Enseñar a pensar, de Robert Swartz, Good Work, de Howard Gardner,…). Uno tiene la impresión de que algunas ideas sólo se hacen valiosas cuando las aplica (y no de forma completa) una universidad como la de Harvard. Sin embargo, estas ideas han estado siempre ahí como base de la buena práctica educativa hasta la aparición de lo que algunos han llamado las nuevas pedagogías.
Revisando el concepto de la Obra Bien Hecha de García Hoz me he encontrado con un artículo suyo publicado en la revista Cuadernos de Pensamiento de la Fundación Universitaria Española, en donde Victor García Hoz explica en que consiste la Obra Bien Hecha. En la presente exposición no hacemos otra cosa sino transcribir su artículo simplificando algunos campos para su mejor comprensión.
Victor García Hoz parte de que el principio de toda educación es la actividad y nos explica que hay dos tipos de actividades: las operaciones y las acciones.
Las operaciones son la manifestación de la actividad desarrollada en el interior del ser humano, una actividad de carácter cognitivo predominantemente, cuyo resultado es la perfección de sus facultades espirituales, a saber, la inteligencia y la voluntad. P.e. la percepción, la reflexión, la síntesis, la memorización son actividades que tienen por objeto perfeccionar nuestro entendimiento y constituyen la base o fundamento del estudio.
Las acciones son las manifestaciones externas que nacen de la necesidad de relación del ser humano con el exterior. En esta relación el ser humano sale de sí para actuar sobre las cosas utilizándolas, modificándolas o creándolas, en el sentido limitado en que la creación se puede atribuir al hombre. P.e las acciones de escribir, dibujar, utilizar distintos instrumentos, ayudar a un compañero constituyen la base del trabajo que es propiamente aquella actividad cuyo resultado es una obra sensible, exterior, que permanece, con independencia del sujeto que la ha hecho, cuando éste ha terminado su actividad.
Estudio y trabajo son las dos actividades fundamentales del quehacer educativo. El estudio mira directamente a la perfección de las facultades humanas; el trabajo proporciona los elementos materiales y las bases de experiencia sin las cuales el hombre no podría ni siquiera conocer.
Ahora bien, nos dice García Hoz, pero para que el trabajo cumpla su función educativa ha de ser realizado con la mayor perfección de que sea capaz el sujeto. Es lo que él ha venido a llamar: La exigencia de la Obra Bien Hecha.
Pero ¿qué es la Obra Bien Hecha?
“El concepto de bien hecha puede igualmente tener un doble significado. El significado práctico material que daría lugar al concepto de Obra Bien Hecha desde el punto de vista técnico y artístico, y el sentido moral que da lugar al concepto de Obra Bien Hecha en relación con las exigencias de la dignidad ética de la persona humana”.
La Obra Bien Hecha, técnica o artísticamente, requiere como condición que sea verdaderamente útil y verdaderamente bella. En el sentido moral exige bondad en la intención, bondad en el desarrollo y bondad en el servicio real a la persona humana.
Por lo tanto, una Obra Bien Hecha sería aquella que implicara la existencia de una actividad bien realizada y de un resultado verdaderamente bueno en todas las significaciones del bien.
La Obra Bien Hecha se puede realizar en el interior del hombre y quedar sus resultados dentro de esa intimidad humana. Un buen pensamiento, un buen deseo, una buena decisión, son sin duda obras bien hechas. Pero ya se entiende que este sentido de obra es restringido. Un pensamiento que no se expresa, un deseo que no se realiza, una decisión que no se lleva a cabo, en cierto modo quedan incompletos porque no salen del círculo limitado del yo que piensa, desea o decide.
La Obra Bien Hecha alcanza o desarrolla todas sus posibilidades educativas cuando se manifiesta en un resultado objetivo y perceptible. El más claro ejemplo es una obra material, sensible, en cuya realización haya sido menester la actuación interior previa del conocimiento, la actuación exteriorizante de la aptitud y la posibilidad de que en ella se manifiesta algún valor. Si la actividad universitaria, y concretamente el estudio, se materializa en un resultado externo y permanente -desde una composición escrita hasta una producción plástica- se habrá incorporado a la Universidad el valor formativo del trabajo. En la medida en que tales producciones sean fruto de la reflexión y, más aún, de la iniciativa, personales de los alumnos estamos abriendo la puerta a la investigación formativa, quehacer, también irrenunciable, de la educación superior.
Condiciones o pasos de la Obra Bien Hecha
Teniendo presente que la Obra Bien Hecha incluye la bondad en su realización y la bondad en su resultado, podemos resumir las condiciones o pasos de la Obra Bien Hecha:
- Bien ideada
- Bien preparada
- Bien realizada
- Bien acabada
- Bien valorada
El valor pedagógico de la obra bien hecha se pone de manifiesto cuando repasamos el significado de estas condiciones o pasos.
- Obra bien ideada.
En este paso se ponen en funcionamiento la capacidad de iniciativa, la capacidad selectiva y la creatividad para elegir la obra que debe realizarse y comprender su valor o sentido pedagógico.
- Obra bien preparada
La preparación de la obra implica inteligencia y capacidad prudencial. La inteligencia es menester para prever las actividades que deben desarrollarse, así como las técnicas y materiales que han de ser utilizados.
La prudencia fundamentalmente establece el orden de las actividades, tanto el orden estático de la importancia y extensión que han de darse a cada una de ellas, así como el orden dinámico que lleve a una temporalización más adecuada.
- Bien realizada
La realización de todo el quehacer educativo implica la voluntad inicial, la perseverancia y la técnica. Vale la pena destacar la voluntad inicial porque el comienzo de una obra presenta una especial dificultad ya que en el quehacer humano opera una cierta inercia que lleva a continuar lo que se está haciendo o a seguir no haciendo nada, si se está en esta situación, ofreciéndose a la voluntad del hombre una resistencia que debe ser vencida; la perseverancia es fruto de la voluntad continuada. Junto a ellas, la técnica viene a resumir los conocimientos teóricos y prácticos que han de ser puestos en actividad para realizar la obra diseñada.
Exige la puesta en acción del esfuerzo final para rematar lo que se inició. El acabamiento, el último detalle, y, también, por qué no, la presentación, exigen una capacidad estética que no debe ser olvidada; a fin de cuentas, el buen gusto es una condición no despreciable en la educación y en la vida humana.
- Bien valorada
Finalmente, la valoración de una obra abre el camino a la responsabilidad. Es menester valorar la obra hecha -por parte del propio sujeto, pero también por parte del educador y la comunidad. De la valoración surgirá la necesidad de rectificar y hacer realmente bien lo que se presentaba como tal. Es menester llegar a una valoración positiva que abrirá el camino a la alegría, que es no sólo complacencia en lo que se ha hecho sino animación para continuar. En la valoración se ha de tener en cuenta la calidad técnica y científica la calidad estética y la posibilidad de que su contemplación sea motivo de complacencia y estímulo para los demás.
Valor formativo del trabajo
Con lo expuesto anteriormente hemos podido ver claramente que la Obra Bien Hecha requiere un esfuerzo tenaz. El esfuerzo personal de cada estudiante es necesario para poder responder al nivel de aspiración y a las exigencias de cualquier aprendizaje. La Obra Bien Hecha exige del alumno no meramente la actitud pasiva de recibir estímulos y reflejar reacciones, sino la actitud activa que desemboque en una actividad. Sin actividad no se aprende nada y sin esfuerzo no hay actividad.
El valor formativo del trabajo se basa en:
- Es una actividad ordenada a través de la cual el hombre se proyecta en la realidad objetiva que le circunda
- Es fuente de responsabilidad, dado que la actividad desarrollada se ha de manifestar en una obra expuesta al propio juicio y al de los demás
- Es la forma en la cual el hombre hace patente su dignidad al dominar las cosas adaptándolas a sus propias ideas
- Es la más completa forma de comunicación humana
- Es la expresión material del servicio a sí mismo y a los demás
- Es un elemento que justifica y da vida a la actividad teórica manifestando de este modo la vinculación entre el trabajo y el estudio.
El aprendizaje cooperativo
El trabajo cooperativo es -todo profesor lo sabe- una exigencia de la educación actual. El trabajo cooperativo es una actividad necesaria en la cual un estudiante se beneficia del trabajo de los otros y les ofrece, a su vez, sus propios conocimientos y experiencias. En el trabajo cooperativo no simplemente se intercambian ideas e instrumentos de actividad sino que a través de este intercambio se llega a una comunicación interpersonal que enriquece y hace más fecunda la vida de cada uno de los partícipes en el trabajo común’.
El trabajo cooperativo no sólo condiciona positivamente el aprendizaje universitario sino que ofrece el mejor fundamento para el desarrollo de las virtudes sociales, a las que podemos situar en una línea que va desde la justicia a la generosidad, línea en la que -en el mundo del trabajo y en el de la institución escolar ocupa una situación singular el compañerismo.
Colaborar en una obra que es de interés común es obligación de justicia; ayudar y servir al otro es manifestación de generosidad. En la obra de justicia está presente el interés de los otros mezclado con el interés nuestro. En la generosidad se olvida uno de sí, de sus gustos, de lo que posee, de su tiempo, para entregarse uno mismo en beneficio del compañero, del amigo. La vida universitaria puede ser también escuela de amistad.
«Cada español -escribe García Morente- es responsable, hora por hora, del destino de España. Y la grandeza de las naciones actuales depende de la unión y colaboración entre los esfuerzos perfectos de todos. Rigor, exactitud, precisión, puntualidad, labor concienzuda son otros tantos actos de valentía diarios que cualquiera puede ofrendar generosamente a la patria”.
Mientras la chapuza responde a la astuta ocurrencia o a la rutina de un trabajo desangelado, la Obra Bien Hecha exige inteligencia para concebirla, aptitud para realizarla y voluntad de acabamiento. Tal vez habríamos de formular el propósito eficaz de trabajar en el ordinario quehacer de cada día para que la Universidad española sea Universidad de la Obra Bien Hecha
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